Capítulos

jueves, 28 de junio de 2012

4.Una obra de arte a su manera

-Está bien, pero hoy no... No podría mirar a los ojos a Samuel... Mañana mejor...
-¿En el instituto?
-Sí, porque allí todo el mundo va a lo suyo... Y Samuel tiene 3 exámenes.
-¿Tan fácil eres?
-No, pero no me quiero congelar, ¿Sabes? Además un beso no vale nada, si al menos me gustaras... Una pena.
Fingir esa seguridad me hacía sentir poderosa, y eso hizo que finalmente no la fingiera.
-Bueno, no creo que tu "chorbo" tarde mucho... ¿Quieres entrar?
-Sí.
Con la luz de frente sus labios eran más dulces, con una textura muy bella. Sus facciones no eran puntiagudas, tenía las cejas bien hechas, cosa que me extrañó. Su estilo urbano-grunch  favorecía mucho su delgado cuerpo. Que no parecía muy musculado. Sus ojos tenían un brillo muy especial en ese instante, el sol los hacía tan brillantes como éste, y los profundizaba. En ese instante no diría que era guapo, ni atractivo, ni un chico de revista. Diría que era bello, una obra de arte a su manera. Con sus defectos, con sus virtudes.
Enarcó una ceja.
-¿Qué miras?
-Nada.
-Ya claro, ¿Quieres subir?
Subí en el coche y miré el sol de las 10 o 11 la mañana, había pasado el tiempo volando , ni siquiera recordaba haber pasado tanto tiempo con él.
-¿Qué hora es?
-¿No tienes móvil o qué?
-Sí, pero llevo la hora mal... No hacía falta ser tan borde.
-Perdone, my lady, son las doce menos cuarto...
-¿Cómo?
-Doce menos cuarto...-Sus manos dejaron de apretar el volante, aunque no me había fijado en que lo hacía especialmente, cuando dejó de apretarlas noté que todo su cuerpo se relajaba.- Si quieres, hasta que venga tu...-Me miró antes de meter la pata, otra vez.-Samuel podemos...
-¿Qué podemos hacer?-Intenté parecer más simpática de lo que me apetecía.- ¿No tendrás cartas, o algo así?
-No... Había pensado en hablar, bueno en que hables. Que yo sepa te he contado mucho, y tú a mí nada.
¿Qué? ¡No! ¿Qué le iba a contar?
-Bueeee... Bueno yo, soy normal, quiero decir, no tengo historias admirables, ni aventureras que contar.
-Seguro que sí...
-Cuando tenía siete años me perdí en el super mercado, ¿Te vale?
-¿Eso es lo más interesante que me puedes contar?
-Quizás.
-Osea, que en dos palabras puedo saber toda tu vida. Sosa, y buena.
-Ni tan buena, ni tan sosa.
-¿No? ¿Y qué has hecho como para que no te considere una niña buena? ¿Dar un piquito a algún desafortunado?
-Las niñas buenas se extinguieron... Además, no creo que debas meterme en ningún grupo. No generalices, no por ser virgen soy buena, ni por no serlo soy mala.
-¿No eres virgen? ¡No me lo creo! ¿Y quién ha sido el afortunado?
-Jamás sabrás si lo soy o no, y quien ha sido el afortunado, menos.
-Seré yo.
-Já. ¿Quién te crees? ¿Un Brad Pitt, o no, no, te crees Mario Casas haciendo de Hache en tres metros sobre el cielo? No me van esas películas.
-¿Qué?-Soltó una risa larga y sincera, ¿Había hecho el ridículo?-Yo no soy ningún Brad Pitt, y ni siquiera he visto la peli esa del tío que se quita siempre la camiseta... Pero sé que seré el primero, o por lo menos uno de ellos. Te gusto.
-Ya empezamos...
-Bueno, bueno, era una broma. Sé que no es así, solo te conozco de hoy... Lo que pasa es que me preocupas un poco.
-¿Yo, por qué?
-Te subes en el coche de un chico que casi te atropella, discutes con él, le prometes un beso, y como inocente que eres traes aquí a tu novio...
Reí, y recordé que con "mi novio" no había sido ninguna niña buena... Pero eso él no lo sabía, y eso me encantaba.
-No me conoces, no sabes si es habitual en mí subirme a coches de desconocidos. Podría sacar una pistola y robarte. No lo sabes.
-Sé que eres buena, dulce, chispeante... Sexy sin saberlo, inocente, saltarina, guapa, buena en clase... Pero sé que tienes tu punto de diabla.
-Sabes tú mucho de mí, a ver si va a ser que te gusto o alguna locura...
-¿Y la niña buena, y humilde?
-Creo que se murió por un atropello, ¿Te suena?
Se acercó a la radio y pone una canción de Maroon5, payphone. Me encantó esa canción, entró por mis oídos y vuela por mis venas, llega a mis brazos y mis piernas, me entraron ganas de bailar... Y de besar.
Poco a poco se acercó a mí, su peca reafirmaba su mirada, no sabía por qué. Sus labios, al fin y al cabo, donde quería que descansaran los míos, se abrían poco a poco, dejando escapar un aliento dulce. A caramelo de menta. Cada vez más cerca, hasta que vi sus poros, diminutos y limpios poros.
Y me acordé, de que en este instante perfecto yo no era perfecta. Tenía un grano horrible, en la barbilla que de lejos con maquillaje no se veía pero de tan cerca, sería un volcán.
Pero siguió acercándose hasta que sus ojos se cerraron, y los míos lo copiaron.
Un claxon sonó, y nos sobresaltó. Como en las pelis, pero pensamos que podía ser un coche cualquiera, así que seguimos acercando nuestros labios, hasta que el roce fue inminente.
Pero no pudimos darnos ese beso, Samuel abrió la puerta.

1 comentario:

  1. wow, por favr segui escribiendo que me quedo con la intrigaaaaaa

    ResponderEliminar